Su historia se remonta a hace más de 13.000 años, con los pyu fundando ciudades-estado budistas en el siglo II a.C. y los mranma creando el Imperio Pagano en el siglo XI, que sería destruido por los mongoles en el siglo XIII. Posteriormente surgieron reinos como Ava, Shan, Arakan y Hanthawaddy, hasta que en el siglo XVI la dinastía Toungoo unificó el país. La última gran dinastía, Konbaung, cayó en 1885 ante los británicos, que incorporaron Birmania a la India colonial.
El movimiento independentista, liderado por Aung San, logró la independencia en 1948, aunque él fue asesinado un año antes. Tras un periodo democrático, un golpe militar en 1958 instauró un régimen socialista que aisló y empobreció aún más al país.
En 1989, los militares cambiaron oficialmente el nombre de Birmania a Myanmar, al mismo tiempo que continuaban las luchas internas con los grupos étnicos (en Myanmar hay oficialmente 135 grupos étnicos reconocidos) , la represión política y las violaciones de derechos humanos.
En agosto de 1988, Myanmar vivió un levantamiento popular sin precedentes conocido como el 8-8-88. Estudiantes, trabajadores y ciudadanos de todas las edades salieron a las calles para exigir el fin de la dictadura militar y la instauración de un sistema democrático.
Las protestas se extendieron por todo el país y fueron reprimidas con extrema violencia por parte del régimen: se estima que miles de personas fueron asesinadas. De este movimiento surgió la figura de Aung San Suu Kyi como símbolo de la oposición pacífica. Aunque el levantamiento fue aplastado, encendió la llama de la resistencia democrática y dejó una profunda huella en la historia reciente de Myanmar.
En 2007, Myanmar fue escenario de una de las protestas más significativas contra la dictadura militar: la llamada Revolución Azafrán. Lo que comenzó como una manifestación por el aumento del precio del combustible se transformó en un movimiento de resistencia masiva liderado por monjes budistas, cuya participación dotó de legitimidad moral a las protestas. Miles de personas salieron a las calles exigiendo reformas políticas y el fin de décadas de gobierno militar.
La respuesta del régimen fue brutal: cientos de manifestantes fueron arrestados, torturados o asesinados. Aunque la represión sofocó la revuelta, la Revolución Azafrán marcó un punto de inflexión en la conciencia política del país y sentó las bases para las posteriores aperturas democráticas.
Durante las primeras décadas del siglo XXI, Myanmar vivió tímidos avances hacia la democracia. En 2015, la Liga Nacional para la Democracia (LND), liderada por Aung San Suu Kyi, ganó las elecciones generales, y repitió la victoria en 2020. Sin embargo, en febrero de 2021, el ejército (Tatmadaw) dio un golpe de Estado alegando fraude electoral, detuvo a los líderes civiles y suspendió el proceso democrático.
Desde entonces, el país se encuentra inmerso en una guerra civil con enfrentamientos constantes entre el ejército, las Fuerzas de Defensa del Pueblo y diversas milicias étnicas. Se han documentado más de 38.000 civiles asesinados, miles de detenidos y torturados y ataques indiscriminados contra poblaciones enteras.
Debido al conflicto actual y sus graves consecuencias, más de un millón de personas están desplazadas dentro del país, y cerca de 500 000 han cruzado la frontera hacia Tailandia en busca de refugio. A esto se suman otros 160 000 refugiados birmanos en Bangladesh, 50 000 en la India y 12 000 en Malasia. Además, más de dos millones de migrantes birmanos viven y trabajan en Tailandia, la mayoría sin estatus legal ni acceso a derechos básicos.
Esta crisis humanitaria se agrava cada año con catástrofes naturales recurrentes: inundaciones durante la temporada de lluvias y, más recientemente, el devastador terremoto del 28 de marzo de 2025. Este seísmo de magnitud 7,7–7,9, con epicentro cerca de Mandalay, fue el más destructivo en Myanmar desde 1912. Esta devastación natural no hace más que profundizar la crisis provocada por el conflicto, ya que las condiciones de guerra limitan seriamente la respuesta humanitaria y agravan la inseguridad de millones de personas vulnerables.
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